Iconos computables
Una de las cuestiones que caracteriza nuestra sociedad actual –y por supuesto muchas de sus manifestaciones- es la frenética velocidad con la que vamos quemando plazos, el ritmo trepidante con el que nos saltamos todos y cada uno de los peldaños que el devenir va haciendo aparecer frente a nosotros: lo más nuevo mañana es viejo y al día siguiente un residuo listo para el desguace. Una vorágine fruto de una sociedad omnipotente e hiperdesarrollada, es cierto, pero también producto de unos individuos que han perdido la paciencia, precisamente, por este moderno poderío que consigue ofrecérnoslo todo, de todo lo mejor y de lo mejor lo último. Unas coordenadas que no han pasado desapercibidas a los gurús del consumo que, con la habilidad que les ha hecho dominar el mundo, hacen que las cosas pasen de moda justo al día siguiente de haberlas puesto en el mercado, enredándonos, una vez más, en una imparable espiral de deseos que nunca se satisfacen del todo.
A la velocidad de la luz
Quizá una de las esferas donde este ritmo vertiginoso comparece de una forma más evidente es en el mundo de las nuevas tecnologías y, más concretamente, en el de la informática. Un sector donde las etapas se queman a una velocidad tan inaudita que, incluso, hay productos que han quedado completamente desfasados antes de ver la luz comercial. Es cierto que aquellos mismos gurús omnipotentes nos van dosificando los logros de los técnicos que tienen en nómina, para que, en su afán comercial, no dejemos de comprar ninguno de sus productos, ni siquiera los que ya saben, a ciencia cierta, que han sido superados por nuevas invenciones; pero no es menos verdad que, a pesar de esta pérfida moderación, el ritmo trepidante del desarrollo es prácticamente incontenible.
Una nueva arqueología
La tecnología y la red consiguen atraparnos, parece que no podemos vivir sin estar conectados, como si la vida nos fuera en ello, como si nos apuntaran con una pistola obligándonos a ver el contenido generado digitalmente. Una vida que pasa por delante de nuestros ojos a través de una pantalla generada por píxles. En esta pieza los píxeles se has sustituido por diskettes de 5 1/4, aquellos primeros dispositivos de almacenamiento que se recuperan a modo de una nueva arqueología de los pasado pero reciente.



Exposición Eutopía
Para esta exposición se realizó una selección de los premios del programa Desencaja, se pudo ver en Córdoba.


